miércoles, 17 de julio de 2019

Archivo y fisura.

Hace unos días pensaba en cuánto tiempo hacía que no escribía por aquí, ampliaba esta especie de archivo/revoltijo. Esto manifestó la problemática sobre si realmente tenía algo que decir o había tenido un pensamiento promovido por la tela de araña de las redes sociales y la necesidad de proyección, exposición, exhibición, etc. Entonces, durante un rato intenté resolver esta cuestión manifestada/planteada desde fuera y adentro. Antes de que pudiera llegar a ninguna conclusión de peso y mucho menos algo sobre lo que escribir pisé una esponja y me caí por dos escalones, golpeándome la cabeza contra una mesa y la mano contra algo que habitaba el suelo y no recuerdo. Después de comprobar que no me había abierto el cráneo el dolor se manifestó en el dedo pulgar de mi mano derecha. Fui al consultorio médico. Luego tuve que bajar al pueblo de abajo a hacerme una radiografía en el ambulatorio. Todo parecía indicar una fisura pero la doctora no estaba segura de ello. Aún así me inmovilizaron el dedo. A los tres días me vio mi médico y diagnosticó una fisura. 21 días. El dolor prácticamente ha desaparecido. Sólo queda la incomodidad de no poder usar ese dedo para pulsar la barra espaciadora del teclado. La curiosidad que me provoca esta inmovilización sobre qué clase de homínido soy, en definitiva, la evolución: Humanidad/Escritura.  

¿Realmente había necesidad de contarles todo esto? ¿De archivarlo? Posiblemente no. Ni siquiera haya una necesidad real ni divina sobre escribir como llevamos romantizando siglos. Pero la constancia de estas palabras digitales podría ser el rastro de algún tipo de pista, sin duda. De una que discúlpenme que no siga porque antes les mentí y el dolor de mi dedo digital no ha desaparecido del todo, sino que, es más, se ha acentuado con estas letras.

Archivado
y

fisurado.