He escrito sobre aquello que llamáis el primer amor,
el primero, y luego el primero, otra vez
—como dos montañas alrededor de un valle—;
así, ha sido inevitable haber escrito después sobre el desamor,
de una forma o de otra, disimulando los chantajes emocionales
que nadie te enseñó a evitar, la ROMANTIZACIÓN, sí, por qué no decirlo,
de la muerte, también.
Amor, desamor, muerte…
Y si hay muerte hay vida, y renacimiento, y preguntas.
Pero no hay tiempo salvo para ir al trabajo con las esperanzas de mantenerlo.
Así que también he escrito sobre ello. Las horas extras no pagadas,
los gritos y los misterios de las nóminas ininteligibles.
La ansiedad/la infidelidad.
Ya podéis imaginar qué viene después, ningún dios se libraría de la tasa de desempleo española, es el sistema, dicen, un problema estructural que puedes entender mejor
leyendo a Marx, aunque no lo vayas a solucionar, ni con políticani con poética,
ni mucho menos con una revolución, ya que, ¿dónde están las armas para el pueblo?
Como para quejarse con un móvil en el bolsillo.
Entonces viene otra muerte, una más, otra de tantas por llegar,
de las que aún, incluso, no puedo hablar.
Pero sí hablo de obreros, migrantes, los cantes de la pobreza, el campo, la obra,
como un pasado arrebatado, aunque sea presente del cuál aún comemos y caminamos.
—¡Qué espesura! —
— ¡No se alarmen, aún es peor! — .
Porque entre tanta inutilidad vino ÉL. ¿Es el momento de hablar de Él?
¿Quiere Él que hable de Él? ¿Queréis vosotros que os hable de Él? No lo haré.
Es cosa improbable. Podría llenaros el tiempo con adjetivos, hacer una lista de ellos.
(Re)llenaría versos y páginas —embriagado, anonadado—. Y no serviría de nada. Nada es tan efectivo como que te cite un tuitstar de la literatura. Dejemos mis delirios místicos. Digamos algo más simple, digamos que ya no creo en el amor
—pero Él es amor— —¡NO, basta! —.
Por lo tanto, ahora, ¿de qué voy a escribir?
Ya no queda nada de nieve dentro de mi cuerpo. Ni ramas de árboles
cuyos nombres no conozco para fustigarme.
Ahogarme en puntos y comas,
en mayúsculas o minúsculas, después de punto, comienzo y principio de verso,
seguir clamando sobre el hoyo del que vengo/venimos y al que voy/vamos,
atrapado en alegorías baldías como filtros de Instagram,
o plegarias que nadie consumiría
como producto de última moda literaria.
[Quizás todo eso no sea más que falta de estilo].
¿Qué contengo ahora?
Realmente me preocupa el foco, si ponerlo en ustedes, ahí fuera,
o en mí, aquí dentro, como si fuéramos algo distinto,
y en cierta manera y forma lo somos,
pero de cierta manera y en otra forma no lo somos,
porque yo también estoy ahí afuera con vosotros,
aunque es cierto que lleve pocos conmigo aquí dentro,
pero te rodean —nos rodeamos— lo más cerca posible, es algo que no puedes elegir,
hay círculos y círculos y círculos como estúpidos mandalas de sociedad,
esperando un abrazo de acompañamiento asistido.
Algunos sabéis bien de qué hablo, porque vosotros
diseñasteis perfectas puertas endogámicas con las que ascender
a través de la materia sobre la revelación;
dejando atrás aquellos amagos de vértices inservibles:
donde no hay espacio para la radicalidad,
así que te conceden el tono de la rebeldía.
¿De qué voy a escribir?
Quizás de la falta constante de estación,
producto o no de las marcas blancas de fluoxetina
que teje una red contra los pájaros de pecho,
los cantos del hombre deus ex machina;
y el umbral del frío y del calor
de nuestros cuerpos faros de otros mundos.
[Y no sé si lo sabéis, pero Daniel Johnston murió un 11S,
como último reflejo de su diablo risueño].
Hacerse la misma pregunta una y otra vez,
¿tiene alguna justificación poética?
No, culpable.
Condena: cuarentena en un desierto de puntos suspensivos.
Sinceramente, ¿os interesa la poesía?
¿Me interesa la poesía?
A veces me pregunto cosas bastante inútiles,
inútiles del todo,
así que las escribo en twitter,
como presencia de todo lo inservible.
Y otras, abro el ordenador e intento algunos trucos,
algunas trampas. Creyéndo(me) algo/alguien.
He dejado de pensar en árboles y lagos y la cabaña;
todo se ha vuelto inconexo y ruidoso,
tanto que he encontrado un hueco desde el que mirar
y apoyar mi espalda frente a ( ).
He dejado de pensar en hojas y flores que nunca he visto ni olido,
incluso me escondo del Sol que un día creí Dios y alimento;
voy por una senda en la que al final hay un bar
donde se encuentra todo el alcohol del mundo.
He dejado de pensar en el reloj que corre hacia atrás,
someterme a otros quehaceres
donde el día D puede ser cualquier día A, B, C…X, Y, Z
sin ningún alma a la que engañar o besar.
Y ahora, ¿de qué voy a escribir?
He vuelto a la pregunta.
Vuelvo a la palabra
como animal con lenguaje propio,
no comparto mis tildes ni mi acento
con las piedras de aquellos bolsillos oscuros.
No comparto nada de mí, pero aquí estoy.
Agotado. Efusivo. Inquieto. Obtuso. (No) Uno.
Estamos rodeados de obsceno deseo,
raíz marchita son nuestros dedos y nuestro grito,
y de rodillas clavo este cuerpo
atravesando la tierra hasta Baltimore;
en un fuego alimentado de noticias.
La mía:
moriré al lado de las lagunas secas
como cadáver de cigüeñuela,
ignorada por los vehículos de la carretera
—¿Qué clase de carreteras serán aquéllas? — .
Vacías, como exterminio de sueños
o alivio santo de vidas,
de literatura de protocolo,
mayúsculas ecológicas
como carteles informativos.
¡Dadme imperativos!
Ahogadme en ellos.
Ahora que sé leer
sólo recojo tierra.
Hubo un día en el que delante de todos
alzaba mi voz aguda pero profunda
para recitar sobre nuestro lugar;
y aplausos me satisfacían
como la propina de un vecino.
La guerra es oral.
Somos perdedores grandilocuentes o mudos.
La guerra es la de siempre.
No existen apps para la revolución.
Sólo deseo y discurso.
Por tanto, ¿de qué voy a escribir?
¿Para quién voy a escribir?
Para qué, para qué.
¿Saben ustedes que la abubilla me visitó?
Pero yo no sabía su nombre,
así que tuve que buscarlo en google.
Dios = Data.
¿Qué webs visitáis vosotros?
Qué lugares llenan el hueco de vuestras reminiscencias:
calurosos, fríos,
marchitos de juicio y dulces de comprensión.
El juez del recuerdo llama al testigo desdoblado de la realidad,
otro, otro
que va hacia el estrado con un taconeo de diseño industrial,
y habla y habla
enfrentando certezas y falacias
como besos inocentes.
No nos vamos a quedar al veredicto. Tan poco relevante es.
La representación exige suscripción.
Aunque hay otros métodos.
Dijeron «abre los ojos y dale al play»
oh cueva de extinción.
Y entonces vinieron los insultos:
------------------------------------------
sin saber a qué trago está hecha mi garganta,
a quién tocan mis dedos;
mi silencio rodeado
de alarma monetaria brillante
como verdugo de uniforme,
sereno en la espera
de la rabiosa orden final.
¿Veis esos carteles?
Esos que anuncian en una tipografía de aperitivo
la llegada de la navidad,
luminoso principio y fin de consumo
como cuerpo satisfecho,
estómago agradecido de la historia.
Noche de luces que no alumbran nuestro pecho
aprisionado bajo el abrigo robusto
mientras caminamos en la avenida interminable de pares y nones
como cal y arena
entre la marabunta de cuerpos algunos de ellos bien motorizados
esquivándose como enemigos cobardes,
golpeados por un resfriado sintáctico.
Amortajado en un pueblo vacío y lejano
escondido detrás del silencio y el polvo de los muebles,
mis manos sin léxico podrían asesinar
como fríos abrazos
de los ausentes miembros del tiempo:
la tormenta de soledad y rayos.
Perdida la añoranza entre las arrugas
la ciudad se llenará de amigos desconocidos
en una primavera exhalada
enfrentada al largo verano de los edificios.
(ENTER reformulador recapitulativo En fin)
Ahora permanezcamos en silencio.
El mundo está lleno de resucitados,
los antibióticos han superado la dialéctica de la enfermedad,
pero no hablemos de horizontes ni de fin,
gritemos
gritemos como si la filosofía aún fuera respetada,
como si la poesía vacuna de destrucción;
gritemos
gritemos como un valiente fusilado de ideales
como loco gramatical.
Vayamos juntos a las ceremonias de entrega de premios,
permanezcamos de pie como pilares de carga
y después abramos nuestros dedos
durante días de años y años y días.
La nueva edad media está aquí.
Levantemos nuestros brazos como arcos de hambrientos.
¿Quién es el alimento?
¿Quién es el libro?
Qué es la poesía.
Huye si la buscas aquí.
Como pueden apreciar, ya no tengo nada más sobre lo que escribir. Nos espera un final narrado tal discurso televisivo de próxima temporada. Coronado por un público enlatado en un ADN registrado. Etalonan nuestra piel a juego de la escenografía.
SILENCIO APLAUSOS SILENCIO APLAUSOS SILENCIO APLAUSOS SILENCIO APLAUSOS
Y después de este final anunciado
¿de qué voy a escribir?
De todos esos secretos guardados
por los años y el miedo;
confesional caligrafía ininteligible.
De todos esos sueños registrados
por las noches de insomnio y meditación;
místico silencio oral.
Reclamos de versos
como recursos legales
ante los mismos jueces.
Flores que no he cortado
dejándolas marchitar
como ausencia de verdad.
Ríos helados
desiertos en llamas,
mi cuerpo de dolores.
¿De qué voy a escribir antes de mi muerte final?
¿Me concederá Él el don de la ebriedad?
Espero en silencio el regreso de la abubilla,
su canto como habla mensajera.
Estas serán mis últimas palabras
hasta que el permiso me sea dado.
Mientras,
sostendré mi copa
y su recio cabello,
giraré sobre mi mismo.
Sobre el amor guardado
dentro de mi cuerpo,
regalo enardecido.
Hallaré el camino del valle
lejos de los planes urbanísticos
y las proclamas contra la despoblación.
Mis labios húmedos de vino
permanecerán en el silencio perdido
bajo el viento del recuerdo.
Su aroma es mi perfume,
entiendo vuestra separación
como pena compartida.
Bebamos, bebamos.
Bebamos del fuego
que arde sobre los árboles y el lenguaje.
Detrás de sus hojas queda el Alba,
el espejo de los amantes
en su oración de amor.
Y el jardín que nos espera es el final
de este vagabundeo,
de toda narrativa y poesía abatida de polvo
sin nadie que la escriba.
Y ya no hay pregunta.
Solo compañía.
Y ya no habrá pregunta,
poema de.
Normalmente no leo poesía, sólo Margarit... así que este poema es el mejor que he leído en mucho tiempo, maestro :)
ResponderEliminarMuchas gracias. Saludos.
ResponderEliminar